Mi laberinto: Rodeados y presos (cárcel el Rodeo – Guatire – Venezuela)

El tema carcelario en Venezuela es de larga data. Requisas, peleas por dominar territorios, abusos de la GuardiaNacional, corrupción judicial y más; son parte de la lista infinita de atrocidades que se han ido enquistando en nuestro país. Nada de verdad es nuevo. Pero a partir de la toma de la cárcel de El Rodeo la realidad se revuelve e intenta salir a la luz pública.

Pero hay un tema que es el más doloroso, al menos para mí: Las mujeres, que terminan también pagando pena extra muro, por sus maridos, hijos o hermanos. Quién les recupera a ellas la vida enrejada que también llevan y todas estas noches de agobio.

Ayer sábado 17 de junio bajé a tomar fotos a la cárcel, me encontré de nuevo con el piquete dela Guardia Nacional que minutos antes de mi llegada, de nuevo les había lanzado bombas lacrimógenas a los familiares. Hay que ser bien cobarde para dispersar a esas mujeres, que llevan días de angustia sin saber si sus familiares están vivos.

Me faltarán palabras para narrar el dolor que ví, escuché y abracé. Tratando de protegerme del sol inclemente me senté al lado de una señora que me decía que su hijo estaba más preso por pobre que por criminal. La fiscal le había pedido 7 millones de bolívares y ella no los tenía. Quedé muda al lado de ella, sólo me quedó prestarle mi hombro.

Otra mujer mucho más joven apretaba en sus manos la primera página de un diario donde me mostraba que estaba su esposo –Lo reconocí por el tatuaje en el hombro, mi hija de 5 años cree que él está trabajando en Valencia, al menos sigue vivo- Seguí muda.

frente al piquete de la Guardia Nacional – 17 junio 2011

Mujeres - 17 de junio 2011

Mujeres - 17 de junio 2011

Fueron infinidades de cuentos, todos muy dolorosos. Parte del tiempo que no tomé fotos me dediqué a escuchar y preguntar. En mi cabeza solo rondaba que esas son las mujeres de nuestra patria, sin atención, sin esperanza y ausentes de ternura. Narraban como los que se rindieron en Rodeo I fueron masacrados y por eso los de Rodeo II darían la batalla. Indignadas comentaban como Mario Silva se atrevió a decir en su programa que los familiares metían las armas, una de ellas me dijo: “Claro como no es al guevón ese que las guardias le meten la mano en la cuca”.

La espera - 17 de junio 2011

Lista de búsqueda de familiares - 17 de junio 2011

cocina improvisada - 17 de junio 2011

Subí con un motorizado y un familiar al cerro que está al frente de la cárcel, las cámaras de Televen y Globovisión iban en otras motos, cuando llegamos a un lugar que nunca tendré claro dónde es, me vi sola con el familiar, otras mujeres que habían subido a pie y el resto de los periodista no estaban. La Guardia Nacional no los dejó subir y terminaron en otro lado del cerro mucho más lejano. No tuve miedo, el miedo ya sobraba. Entonces me fui con ellos, nos montamos en la platabanda de una casa y ciertamente teníamos al penal de frente.

 Todos sabían que era la única periodista allí, las mujeres me rodearon como una olla para protegerme, porque cerca había otro piquete de la Guardia Nacional y no podían saber que yo estaba con la cámara. Creo que nunca he tenido el corazón tan acelerado como en ese momento. Logré tomarle foto a las tanquetas, las bombas lacrimógenas que les disparaban, el autobús que hizo uno de los traslados, reos sentados en el piso con franelas rojas, lo que me parecía una gran burla, ese color es el que los estaba matando.

Era claro por qué los medios de comunicación ni los familiares podían llegar hasta la cárcel, olvídense de Derechos Humanos. Vi en los celulares de las mujeres imágenes que aun me perturban. Lo del Rodeo I fue una matanza y lo que aún sucede en el Rodeo II no va a ser distinto.

Tuve que tomarme de la mano de Jesús, el familiar de un reo, para pasar inadvertida al lado dela Guardia. Bajamos a pie hasta el relleno sanitario en el vía de Araira, porque los familiares tenían miedo que los camiones de basura que salían del penal –que también vi- tuviesen adentro muertos. A mí nunca se me hubiese ocurrido. Pero es que las cosas tenebrosas que pasan dentro de las cárceles venezolanas dan para eso y más.

En el basurero el encargado no me dejó pasar con la cámara. Habían unos familiares abajo revisando entre la mugre y cuando subieron nos contaron que eran sólo restos de todas las cosas que les quemaron (colchonetas, televisores, neveras, etc.). Sentí un profundo alivio. De regreso al meternos de nuevo al barrio una señora nos advirtió que un rato después que nosotros bajamos, la Guardia Nacional sacó a todas las mujeres de la platabanda – las que me habían cuidado – y las revisaron. Me salvé yo y la cámara. En ese momento saque la memoria y me la metí dentro del sostén. Si me quitaban el equipo, al menos tenía la memoria.

 Al terminar de subir las escalinatas ellos seguían allí, todas las mujeres me vieron asustadas, yo le tomé de nuevo la mano a Jesús y caminé sin apuro al frente de ellos como si nada, aunque estaba sin aliento. Una cuadra más abajo una muchacha me llamó: ¡epa periodista! Y las demás casi le pegaron, yo no voltee, seguí. Mi intuición me decía que no podía quedarme más.

Como pude y recordando la subida, salí de ese cerro, porque además me tocó bajar con las mujeres, el familiar que me subió no me acompañaba de regreso, aquí si iba a paso rápido, cuando me di cuenta sólo una muchacha iba conmigo diciéndome:

-Tengo miedo, no sé dónde estamos-

– No puedes tener miedo, camina rápido, ya vamos a salir de aquí – La tomé de la mano

Eso de que yo estuviese asustada y tener que haberle dado aliento, me hacía sentir hasta mareada, ya tenía las piernas demasiado adoloridas. Cuando llegué a la calle, una ambulancia venía de regreso e iba a dar la vuelta. Cosas de la suerte o de mi ángel de la guarda, la puerta del oxígeno se les abrió y el bombero tuvo que bajarse. Me acerque rápido y le dije que era periodista que tenía la cámara en el morral y ya de verdad no podía caminar mucho más. Sin mucho pensarlo nos abrió la puerta de la ambulancia y me dijo que nos dejaría al pasar el piquete dela Guardia Nacional.

Yo revisé la ambulancia, no había rastros de que hubiesen atendido a nadie. No nos pudo dejar cómo dijo, porque justo pasando, la Guardia Nacional lanzaba gases lacrimógenos a la concentración de mujeres. La ambulancia la obligaron a frenar, la gente pensaba que adentro había alguien herido, escuchar sus gritos desesperados y tratando de abrir la ambulancia, daba escalofrío. Nos dejaron mucho más abajo. La muchacha ya subía a Caracas, yo me tenía que devolver a buscar mi carro.

Cuando logré llegar, ya la oscuridad empezaba a hacer sus andanzas. De nuevo llanto, amargura, maldiciones. Me fui sintiéndome inútil, al menos ofrecí apoyo y alguna esperanza con el uso de mi cámara. Para esa gente no se puede confiar en nadie, lo hicieron conmigo aunque ni carnet de prensa tengo, pero tengo claro que el ejercicio de la prensa va más allá del medio de comunicación.

Para muchos mi tarde de ayer fue una osadía o ponerme en peligro, lamento informarles que cada vez sucederá mucho más. Yo tengo claro mi vocación y sólo Dios mi destino. Por ahora no me queda más que mostrar las fotos y ojala mi historia comprometa a muchos más para luchar contra este régimen que nos quiere silenciar.

Todo en este país estamos presos, todos.

No más agresiones - 17 de junio 2011

Bombardeo contra la cárcel El Rodeo - 17 de junio 2011

Humaredas cárcel El Rodeo - 17 de junio 2011

Reos en el piso vestidos de rojo - 17 de junio 2011

Autobús de traslado - 17 de junio 2011

Relleno sanitario vía Araira - 17 de junio 2011

Cárcel El Rodeo con sus paredes quemadas - 17 junio 2011

Bombas lacrimógenas final de la tarde - 17 junio 2011